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Madame Acarie, ¿Fundadora del Carmelo en Francia

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El nombre de Barbe Acarie –Madame Acarie- ocupa, objetivamente, un lugar prominente en la historia del Carmelo teresiano de Francia, tal y como atestiguan las numerosas referencias existentes.
Sin embargo, la figura de Madame Acarie se encuentra hoy en día notablemente oculta, cubierta por un velo de ignorancia, casi de indiferencia: su vida y obras son desconocidas por el gran público; ha sido prácticamente olvidada.
En este sentido, promover el conocimiento de su figura, redescubrir su rostro para mostrar la importancia de su misión, constituye para nosotros un doble Servicio. En primer lugar, un Servicio a la Iglesia, ya que los santos pertenecen al patrimonio cultural de la comunidad creyente, y su mensaje representa una fuente de inspiración capaz de renovar nuestras vidas. Pero también un Servicio a la Orden del Carmelo, conforme a la lógica de una valoración y una comprensión cada vez más profunda del carisma y de la herencia particular de sus figuras más relevantes.
Este doble Servicio emana, a nuestro parecer, de un verdadero valor de justicia; nos esforzaremos por mostrar cómo su vida y su misión hicieron de ella la pieza providencial para la introducción del Carmelo teresiano en Francia, hasta tal punto que el Papa Pío VI la consideró “Fundadora del Carmelo en Francia”.

LA “SANTA” DE PONTOISE… ¿FUNDADORA DEL CARMELO FRANCÉS ?

El nombre de Barbe AcarieSe necesitaría un libro entero para realizar un estudio en profundidad de esta cuestión, pues son muchas las versiones que se han escrito acerca de la introducción del Carmelo descalzo en Francia. Por las lógicas limitaciones que impone esta conferencia, tan solo nos será posible realizar un esbozo de por qué se intentó eliminar todo rastro del fundamental papel que desempeñó Madame Acarie al respecto. –Madame Acarie- ocupa, objetivamente, un lugar prominente en la historia del Carmelo teresiano de Francia, tal y como atestiguan las  numerosas referencias existentes.

Sin embargo, la figura de Madame Acarie se encuentra hoy en día notablemente oculta, cubierta por un velo de ignorancia, casi de indiferencia: su vida y obras son desconocidas por el gran público; ha sido prácticamente olvidada.
En este sentido, promover el conocimiento de su figura, redescubrir su rostro para mostrar la importancia de su misión, constituye para nosotros un doble Servicio. En primer lugar, un Servicio a la Iglesia, ya que los santos pertenecen al patrimonio cultural de la comunidad creyente, y su mensaje representa una fuente de inspiración capaz de renovar nuestras vidas. Pero también un Servicio a la Orden del Carmelo, conforme a la lógica de una valoración y una comprensión cada vez más profunda del carisma y de  la herencia particular de sus figuras más relevantes.
Este doble Servicio –que a nuestros ojos emana de un verdadero valor de justicia- se ha convertido para nosotros en un propósito esencial e indiscutible, y lo intentamos llevar a la práctica desde ese lugar privilegiado al cual el nombre de Madame Acarie se mantendrá siempre ligado: el Carmelo de Pontoise.
Ajustándonos, pues, a tal demanda, en este artículo abordaremos dos cuestiones primordiales referentes a la vida de Madame Acarie: “¿Quién es esta ’Santa’ de Pontoise?” y “¿Hasta qué punto  podemos considerarla como “la fundadora del Carmelo francés?”. Trataremos de responder a estas dos preguntas atendiendo, en primer lugar, a las etapas fundamentales por las que atravesó la vida de Madame Acarie –así como al funcionamiento de su célebre salón parisino- y, en segundo lugar, dirigiendo nuestra mirada hacia la misión que le fue otorgada y hacia la labor que la Santa de Pontoise realizó.

La Santa de Pontoise.

Se trata de Barbe AvrillotEste resumen biográfico, así como todos los testimonios recogidos acerca de sus virtudes durante las diferentes etapas del proceso de beatificación (de 1622 a 1633), están extraídos de la obra de Duval “La Vie admirable de la bienheureuse sœur Marie de l’Incarnation, editado en París por A. Taupinart en 1621., esposa de Pierre Acarie, cuyo nombre de religiosa fue Sor María de la Encarnación, y que fue beatificada en 1791 con ese nombreNumerosas biografías le han sido consagradas desde 1621 (cf. en la bibliografía del final de la obra)..

Barbe Avrillot nace el 1 de febrero de 1566 en París, en el seno de una familia perteneciente a la antigua nobleza. Durante su estancia en la abadía de Longchamp (1577-1580), florece en su interior una profunda vocación religiosa, la cual choca frontalmente con la firme oposición de sus padres.

A los 16 años y medio, se casa con Pierre Acarie, Señor de Montbrost y de Roncenay, consejero de la Cámara de Cuentas, devoto acérrimo y ferviente miembro de la “Liga Santadurante las últimas guerras religiosas. Seis hijos (tres niños y tres niñas) nacieron de este matrimonio concertado que devino en matrimonio de amorEntre los muchos testimonios que se conservan sobre el amor que Madame Acarie tenía a su marido, he aquí el de Michel de Marillac (quien, entre 1602 y 1614, frecuentaba la mansión de los Acarie un mínimo de tres veces por semana): “Podría dar numerosísimos ejemplos del amor que le profesaba, […] pero me bastará con decir que he visto tantas y tan verdaderas pruebas de su amor, que han sido tantas las palabras que así me lo han demostrado, que me es imposible concebir que exista en la tierra un amor más grande, más tierno y más sincero”. ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie,  1630-1633, f° 755 v.. Madame Acarie se da a conocer rápidamente por su ardiente piedad, su caridad, su devoción y su don para la reflexión espiritual. En 1590 (cuando tiene 24 años) experimenta las primeras de las numerosas manifestaciones místicas que la acompañarán durante toda su vida.

Durante el sitio que Enrique IV somete a la capital del reino (de mayo a setiembre de 1590), Madame Acarie se desvive sin medida atendiendo a los heridos y a los enfermos de la peste que por aquel entonces azotaba a París. Tras el destierro de su marido (apodado “el siervo de la Liga”) ordenado por el rey Enrique IV en 1594, la joven esposa y madre se enfrenta a numerosas y adversas circunstancias durante los siguientes cuatro años, como la expulsión de su mansión particular y la separación forzada de sus hijos, como las duras humillaciones sufridas en su intento por restablecer la situación personal y financiera de su esposo (cuyos bienes habían sido confiscados), o como, en cuanto a su salud , las tres caídas que sufre y que le provocan tres graves facturas en la misma pierna, dejándola impedida para el resto de sus días. Más tarde, además, padecerá graves enfermedades.

En 1598, Madame Acarie obtiene del rey el perdón para su marido. Así, en 1599, la familia se reúne de nuevo y recupera sus bienes.  La mansión Acarie, situada en la Rue des Juifs, se convierte desde entonces en uno de los centros –quizá el más importante- del despertar de la espiritualidad católica del siglo XVII, atrayendo hacia sí a todo el París devoto.

A petición de Teresa de Ávila (con quien tuvo dos encuentros –a  través de apariciones- en 1601 y 1602), Madame Acarie, con la ayuda de su entorno y gracias a sus influyentes relaciones, introduce el Carmelo reformado en Francia. Un pariente suyo, el joven sacerdote Pierre de Bérulle, consigue, no sin dificultad, llevar a seis carmelitas españolas a Francia, entre las cuales se encuentran dos antiguas compañeras de Teresa de Ávila: Ana de Jesús y Ana de San Bartolomé. El primer Carmelo francés se establece en París en el barrio de Saint- Jacques (el 18 de octubre de 1604) y, menos de tres meses después, se constituye también el de Pontoise (el 15 de enero de 1605). Las primeras novicias francesas, tanto en París como en Pontoise, fueron formadas por Madame Acarie, quien condujo la evolución espiritual de todas ellas tanto en la congregación de Santa Genoveva de París como en las pequeñas estancias dedicadas a la oración y el recogimiento (llamadas ’beguinagues’) que existían en Pontoise en la calle del Sol (o de la Espada).

Madame Acarie también participa activamente en la reforma de monasterios femeninos y contribuye al establecimiento de las ursulinas en París en 1610. En 1611, también ayuda a Pierre de Bérulle a fundar en Francia la Congregación del Oratorio.

Cuando su marido fallece, en noviembre de 1613, sus tres hijas son carmelitas desde hace ya varios años, su hijo mayor está casado y sus otros dos hijos también han entrado a formar parte de la comunidad religiosa. Así, libre de toda atadura familiar, Madame Acarie solicita y obtiene la gracia de convertirse en hermana conversa del Carmelo de Amiens con el nombre de María de la Encarnación. Trasladada por razones de salud al Carmelo de Pontoise, muere el 18 de abril de 1618, habiendo vivido 48 años en el mundo y cuatro en la religión.
Cuando se anuncia su fallecimiento, los habitantes de Pontoise, desamparados, se informan unos a otros: “La Santa ha muerto, la Santa ha muerto” y la masa, desconsolada, acude al convento… ¡El mismo que todavía hoy existe!

En seguida se produjeron numerosos hechos milagrosos en su tumba. Su hijo Pedro, que es sacerdote –y quien pronto se convertirá en vicario general del arzobispo de Rouen y, como tal, vivirá en el Gran Vicariato de Pontoise (el actual museo Tavet-Delacour)-, solicita en 1622 la apertura de la investigación que conducirá a la canonización de su madre. El proceso no culmina hasta más de un siglo y medio después, en 1791, año en el que la hermana María de la Encarnación se convierte en la primera hija de Santa Teresa de Ávila en conocer los honores de la beatificación.

El salón Acarie.

Volvamos ahora al salón Acarie de los años 1599-1604. Este es frecuentado por un amplio abanico de personalidades pertenecientes a todos los estratos sociales y religiosos. Allí entran en contacto religiosos (benedictinos, cartujos, fuiellants –bernardinos reformados-,capuchinos,…), teólogos, doctores de la Sorbona, clérigos seculares, un obispo llamado Francisco de Sales, magistrados, mujeres influyentes en la corte, pías mujeres de la burguesía  y hasta incluso el confesor del rey.

La conversación gira en torno a temas religiosos, a la vida espiritual en general, al problema de la santidad personal, y también, en esa Francia recién salida de las guerras de religión, se debate sobre las formas de revitalizar la fe católica tanto en el pueblo como en las capas pudientes y en las élites. Y esto último implica, claro, la renovación del clero… Entre los proyectos que se proponen, hay uno que encabezan desde hace varios años algunas personas más o menos cercanas a Madame Acarie, y que no es otro que el de introducir en Francia la Orden del Carmelo reformado en España por la Madre TeresaRenoux C., en “Madame Acarie «lit» Thérèse d’Avila”, señaló a la perfección en qué medida el Carmelo reformado tenía, como corazón de su vida contemplativa, el celo por la prosperidad y de la santidad de la Iglesia Católica,  sosteniendo a través de la oración y la penitencia a párrocos, teólogos y predicadores. Ello respondía exactamente a las necesidades de Francia, tal y como había sido previsto en el salón Acarie. (Hours B., “Carmes et Carmélites en France, du XVIIe siècle à nos jours”, Actes du colloque de Lyon (25-26 septiembre 1997), París, Les Editions du Cerf, 2001: págs. 129-135).. Jean de Brétigny, sacerdote normando, nacido en una familia de Rouen originaria de España, concibió el proyecto en 1583. Otro sacerdote normando, Jacques Gallemant, retomó ese mismo proyecto a finales de la década de 1590-1600…  Mientras tanto, otras dos personas, el Mariscal de Joyeuse y, posteriormente, Monsieur de La Guichonnière, realizaron algunos avances concretos para que el proyecto se materializase, pero finalmente no lo consiguieron. Como enseguida explicaremos, al principio, Madame Acarie parece mostrar ciertas reservas sobre el proyecto. Ella es una mujer firme y emprendedora que se vuelca plenamente en resolver aquello que está a su inmediato alcance: el alivio de toda pobreza física y espiritual que Dios pone en su camino. Así, se convierte en sostén de todo esfuerzo de reforma allí donde lo descubre, ayudándose para ello de su rico y abnegado entorno. Pero, sobre todo, es una mujer de oración y de penitencia, abierta y disponible a las llamadas de Dios.

Mientras tanto, el dulce testarudo del Señor de Brétigny, al no ser escuchado en España, donde todos sus trámites con los carmelitas fracasaron, tradujo al francés las obras de la que en ese entonces tan solo era la Madre Teresa, esperando así ganarse al público francés. ¡Fue un golpe de genio! Sus traducciones comenzaron a aparecer a principios de 1601 y tuvieron mucho éxito. ¡Varias reediciones el mismo año! ¡Todos los devotos de París, entusiasmados, leyeron los escritos de la Madre Teresa!

La misión de Madame Acarie.

Madame Acarie admira mucho la obra de Teresa de Ávila en España, ¡una auténtica hazaña para una pobre monja! Pero la proliferación de fenómenos místicos la invita a ser prudente y mantener ciertas reservas. ¡No sabe que la Madre Teresa debió escribir todo eso por obediencia a sus confesores y no para que fuera publicado! No obstante, ese mismo año de 1601, vivió una situación que la hizo cambiar radicalmente de actitud.

Un día que se encontraba rezando, la Madre Teresa se le apareció y “le anunció cuál era la voluntad de Dios con estas palabras: ’de igual forma que yo he enriquecido a España a través de esta Orden tan célebre, tú, que pretendes restaurar la piedad en Francia, debes  tratar de realizar lo mismo en beneficio de tu país’”ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 330 r. Declaración de André Duval. Anotada en latín durante el proceso, fue traducida al francés en la primera mitad del s.XX..
Madame Acarie le cuenta esta visión a su confesor, el cartujo Don Beaucousin, quien considera lo sucedido como una revelación auténtica y convoca un concilio para determinar qué acciones se deberían emprender en el futuro tras esa revelación. La resolución del concilio fue clara: en ese momento no puede realizarse una empresa de tal envergadura, por lo que Madame Acarie es invitada, si bien no a abandonar la idea, sí al menos a dejarla aparcada. ¡Y Madame Acarie, obediente, se inclina ante esa resolución!

Pero siete u ocho meses más tarde, la Madre Teresa se le vuelve a aparecer, y esta vez le ordena que someta de nuevo a consulta el proyecto que dejó aparcado con tal de ponerlo en marcha cuanto antes, haciéndole prometer a Madame Acarie que finalmente se realizará. Tal y como sucedió en la anterior ocasión, nuevamente le confiesa la revelación a Don Beaucousin, quien reúne esta vez a un consejo de élite compuesto por él mismo, André DuvalAndré Duval (1564-1638), de Pontoise, decano de la Sorbona, profesor en el Colegio Real, será uno de los tres primeros superiores del Carmelo de Francia. Ferviente admirador de Madame Acarie, será él quien redacte su primera biografía, la cual hoy sigue siendo una obra de referencia., el joven sacerdote Pierre de Bérulle y al cual, sorprendentemente, ¡Madame Acarie es también invitada!  Después de una acalorada discusión, finalmente se toma la decisión de implantar la Orden de las carmelitas de la Madre Teresa en Francia. Pero nadie sabe aún qué medios adoptar para realizar esa implantación. Así, se suceden otras sesiones conciliares en las que se va contando cada vez con más personas: en primer lugar se incluye en el consejo a los dos padres normandos citados anteriormente: Jean de Brétigny y Jacques GallemantJacques Gallemant (1559-1631), sacerdote de Aumale, uno de los tres primeros superiores y el primer General visitante del Carmelo de Francia., (quienes habían sido los primeros en idear y en defender el proyecto), al joven obispo -nombrado coadjutor de Génova- Francisco de Sales (quien pasa varios meses en París en 1602), y, poco a poco, a todos aquellos que frecuentan el salón Acarie.

La realización del proyecto: los principales colaboradores.

Muchas serán las personas que, cada una en la medida de sus posibilidades, colaborarán en la realización del proyecto, siendo apreciable la aportación de todas ellas. Nuestro propósito es el de aclarar el papel exacto que cada uno de ellos desempeñó y, particularmente, el de reseñar y así rescatar del injusto olvido la contribución personal de Madame Acarie.

En primer lugar, nos acercaremos a la figura de Catherine d’Orléans, duquesa de LonguevilleCatherine d’Orléans, duquesa de Longueville (1566-1638), fue un personaje destacado en la corte. Era prima de Enrique IV por parte de madre (Marie de Bourbon-Saint-Pol)., quien es designada por Madame Acarie (por “revelación”Como Madame Acarie necesitaba dinero para asistir a los pobres, un día decidió visitar a Mademoiselle de Longueville para pedirle su colaboración. Esta se encontraba en una misa que se celebraba en una iglesia de París. Madame Acarie “se colocó en la entrada de la capilla para hablarle a la salida. Durante este intérvalo, escuchó una voz del Cielo en el corazón que le dijo: ‘no le hables a la Princesa de las necesidades de los pobres, razón para la que habías venido, sino de la fundación del monasterio; es a ella a quien he escogido para ser su fundadora’ ”. Duval A., op.cit., pág. 172.), como aquella que aceptará asumir la responsabilidad del proyecto frente el rey y frente al papa, y que contribuirá con sus fondos a la instalación del primer Carmelo en París. Así, es a la duquesa a quien se le envía el breve de fundación de la Orden, tal y como algunos años antes, en 1562, el breve de fundación del primer Carmelo reformado (el de San José de Ávila) se le había enviado a Doña Guiomar de Ulloa y a su madre111111- Tomás de la Cruz y Simeón de la S. Familia., “La reforma teresiana. Documentos históricos de sus primeros días”, Roma, 1962, pág. 139., amigas ambas de la Madre Teresa. Sin embargo, mientras el papel que desempeñaron estas dos últimas mujeres laicas fue rápidamente olvidadoSin embargo, en 1577, es una vez más Doña Guiomar quien firma la petición de traslado de obediencia –del obispo de Ávila a la Orden del Carmelo– desde el  mismo monasterio de San José. Ibid., págs. 200-201., la contribución de la duquesa de Longueville corrió diferente suerte, pues durante mucho tiempo fue considerada como la fundadora del Carmelo de FranciaEl diccionario de Furetière (1690) ofrece, entre otras, para la palabra fondateur (“fundador”) la siguiente definición: “aquel que funda o dota una iglesia”… La Encyclopédie de Diderot y d’Alembert (1750-1772) ofrece, para el mismo término, la siguiente definición: “Aquel que manda construir alguna iglesia, instituto, hospital, o cualquier otro establecimiento”. Tal es el papel que desempeñó la duquesa de Longueville en la fundación del primer Carmelo de París..

Acerquémonos ahora a la figura de Michel de MarillacMichel de Marillac (1563?-1632), futuro ministro de justicia de Francia. Es el autor del Código Michau., por aquel entonces consejero en el parlamento de París y maestro -encargado- de las solicitudes. No frecuentó el salón Acarie, pero después de leer  “la Vida de Santa Teresa […] creyó escuchar una voz interior que le decía que tal era la voluntad de Dios [llevar la Orden de las carmelitas a Francia]. Se rindió entonces a lo que Dios le pedía” Boucher J.-B., “Vie de la bienheureuse sœur Marie de l’Incarnation”,París, H. Barbou, 1800, pág. 223.. Unos días más tarde, se puso en contacto con Madame Acarie y, gracias a su capacidad de influencia y a las buenas relaciones que este tenía con el canciller Bellièvre, rápidamente se sellaron las cartas-patentes que acababan de acordar con el rey“La primera gran obra en la que trabajé junto a ella fue la instauración de la Orden de las religiosas carmelitas en Francia, lo cual sucedió hacia finales del verano del año 1602, justo al volver de un viaje que yo había hecho a Notre Dame de Liesse, durante el cual Dios había hecho nacer en mí el deseo de trabajar en pos del establecimiento en Francia de los monasterios de la bienaventurada Madre Teresa (hoy canonizada) y el de trabajar conjuntamente con cierta mujer viuda, ya fallecida, que se ofreció voluntaria para realizar estas buenas obras. Una vez le hube explicado a esta mujer mis propósitos me dijo que justo en ese momento ya se encontraban trabajando en pos de ese establecimiento y me dirigió a la antes nombrada Madame Acarie, con quien hablé, y quien se mostró muy contenta por que yo mostrara interés por un objetivo por la consecución del cual se llevaba tiempo trabajando. […] Fue entonces cuando tomé verdadera conciencia de este proyecto, y así fue como se tomó, junto a esta gente de bien, la resolución de trabajar por el establecimiento de un monasterio de la citada orden de la reforma de Sta. Teresa. Dos o tres días después, dicha mujer me trajo a mi casa de París las patentes a través de las cuales el Rey consentía el establecimiento de la orden firmadas por Monsieur de Villeroy, secretario del estado, con el fin de que fueran selladas por Monsieur le Chancelier de Believre, de quien obtuve muchas muestras de amistad, […] a quien presenté las citadas cartas y quien se avino a sellarlas de todo corazón.” ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 763 v-764 r.. De 1602 a 1614, Marillac estuvo al lado de Madame Acarie, invirtiendo gran parte de su tiempo, de su persona y de sus fondos para el establecimiento de los primeros conventos en París, Pontoise y, principalmente, en Amiens. En palabras de Madame Acarie, esta consideraba a Marillac como “fundamento ’temporal’ de este edificio” Al finalizar la ceremonia [de la puesta de la primera piedra del coro del primer Carmelo de París],[…][Madame Acarie] le dijo a Monsieur de Bérulle: Tú serás el fundamento de este edificio por lo espiritual; y, a continuación le dijo a Monsieur de Marillac : “y tú, por lo temporal”. Boucher J.-B., op. cit., pág. 243. Al contrario que en el caso de la duquesa de Longueville, el papel de estos dos grandes servidores del primer Carmelo se extenderá, en diferentes grados, al establecimiento de otros monasterios.. Cabe recordar también aquí que Marillac es el autor del epitafio de la hermana María de la Encarnación, en el que, grabado en la piedra, se puede leer lo siguiente desde 1618: “Fue la fundadora principal de la obra en Francia” Esta lápida (1618) se encuentra hoy expuesta en la iglesia del Carmelo de Pontoise..

Francisco de SalesSan Francisco de Sales (1567-1622) será consagrado como obispo el 8 de diciembre de 1602. Su carta para apoyar la fundación del Carmelo en Francia ante el tribunal de Roma data de noviembre de 1602., también contribuye significativamente a la causa, pues es él quien envía al papa una carta de recomendación que acompañaba a la súplica redactada por la duquesa de Longueville. Sin embargo, a pesar de su apoyo y el del rey Enrique IV, la petición de fundación se encuentra en Roma con enormes obstáculos, de tal manera que no se resuelve su concesión hasta después de un año de ser presentada (en la bula In Supremo del 13 de noviembre de 1603). Un detalle sorprendente relacionado con la figura de Francisco de Sales es que este ¡no fue mantenido al corriente de los acontecimientos siguientes relacionados con el proyecto! Así lo apreciamos en la respuesta que este da a una carta del Señor de Brétigny, en junio 1605, a quien le agradece que le haya informado sobre el éxito del establecimiento de la Orden del Carmelo en Francia y a quien le reclamaba más información sobre ¡ “las particularidades de esta llegada”“Os agradezco infinitamente […] que me pongáis al corriente del exitoso avance del establecimiento de los monasterios de la Santa Madre Teresa en nuestras Galias. […] Me consideraría muy afortunado si, cuando considerarais oportuno, compartierais conmigo las buenas nuevas y las particularidades que se vayan sucediendo acerca del establecimiento de esta Orden en Francia, así como de aquellos que dedican sus almas a ello”. “Œuvres de St François de Sales”, edición completa, Lyon, París, 1904, tomo XIII, carta CCCXVIII del 23 octubre 1605 a Monsieur de Brétigny. El original autógrafo de esta carta se conserva en el Carmelo de Pontoise. !

También destacamos la labor de una joven viuda, la señora Jourdain, nacida como Louise GalloisLouise Gallois, viuda de Guillaume Jourdain (1569-1628), futura madre Louise de Jesus, fundadora de las Carmelitas de Chalon-sur-Saône, Dole y Besançon.. (su nombre de soltera). Es ella quien solucionará el cómo de esta implantación. Será ella quien aconseje con firmeza a una indecisa Madame Acarie “que hay que ir a buscar a carmelitas de España”, proponiéndose a ella misma para esa arriesgada misión. Es necesario leer el relato que hace de la tempestad que sufre en el golfo de Vizcaya o de su travesía por los Pirineos a lomos de una mula torpe, sin arnés ni silla de montar, para poder hacerse una idea de lo que representaba una expedición de esas características“Aquellas mulas iban tan mal equipadas, que no llevaban más que una gran manta sobre el dorso”. “Le voyage d’Espagne, écrit de la Vénérable Mère Louise de Jésus, morte en odeur de sainteté dans notre monastère des Carmélites de Dole”, publicación a cargo del Padre Pierre Sérouet, ocd, en Carmel, 1960/III, pág. 232.. En este mismo escrito, nos hace entender con discreción que es gracias a ella y a dos mujeres francesas que la fundación de la Orden del Carmelo en Francia se pudo dar a conocer entre los carmelitas españoles. De hecho, su intervención provocó que un religioso valón perteneciente al clero menor de Valladolid que “hablaba bastante bien” el francés y con quien ella se confesaba, se interesase vivamente por el objetivo de su viaje. El superior de este religioso era el confesor del nuncio, gracias a lo cual pudo ser este convenientemente informado sobre las particularidades del proyecto y sobre la calidad espiritual de quienes lo llevaban a cabo. Obviamente, ante tal demostración de tesón, virtud y espiritualidad, el nuncio no pudo más que apoyar vivamente la realización del proyecto. Así pues, la Señora Jourdain, aquella joven viuda que se lanzó a un viaje tan arriesgado, contribuyó de manera sustancial y eficaz al éxito final del proyecto“Aquel buen Padre estaba muy contento y orgulloso, y le parecía haber encontrado en ellas un auténtico tesoro. Cuando le comunicaron el objeto de su viaje a España, provocaron en su ánimo tal sentimiento de devoción y de buena voluntad, que se avino a ayudarlas en su causa. Su aportación fue de gran ayuda, no sé si incluso podría llegar a decirse que le debemos la consumación del proyecto, pues su superior era el confesor de Monseñor el Nuncio, quien por aquel entonces se encontraba en España, el cual era un hombre santo y perfecto. […] El confesor de las religiosas francesas se tomo el asunto muy a pecho, hablándole de ello a su superior en varias ocasiones con el fin de explicarle bien todas las circunstancias para que, habiéndolas este comprendido, pudiese informar debidamente a Monseñor el Nuncio para así ganarnos su favor y protección”.
(Le voyage d’Espagne, art. cit, en Carmel, 1960-IV, pág. 312). Para el resto de esta conferencia, es interesante resaltar que el texto arriba citado ha sido tomado de una copia que se conserva en el Carmelo de Troyes, pues las páginas correspondientes del autógrafo conservado en el Carmelo de Clamart ¡han sido parcial e indiscriminadamente destruidas!
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Luego está el Señor BrétignyJean de Quintanadueñas de Brétigny (1556-1634), de origen español por parte de padre, entra en contacto con las carmelitas de Sevilla en 1583. Aunque no se ordenó sacerdote hasta 1598, desempeñó un papel muy importante en la expansión del Carmelo teresiano en Francia y en Flandes. Su figura ha sido más olvidada incluso que la de Madame Aarie. El Padre Pierre Sérouet, ocd., ha rehabilitado de algún modo a este personaje de importancia capital para la introducción del Carmelo en Francia a través de su libro “Jean de Brétigny (1556-1634), aux origines du Carmel de France, de Belgique et du Congo”, Louvain, Publicaciones universitarias de Louvain, 1974, 434 págs.. Quien lleva implicado en el proyecto desde hace una veintena de años. Es él quien ha traducido los escritos de la Madre Teresa. Siempre muestra su buena disposición para realizar cualquier cosa que se le encomienda, incluso para encargarse de aquellos asuntos que no acababan de encajar con su espíritu bondadoso, como, por ejemplo, la complicada negociación con los carmelitas españoles. Así, Brétigny es el jefe de la pequeña expedición que llegó a España hace dos meses y que no ha podido avanzar en las negociaciones, quizás por las consignas recibidas de Pierre BérulleHe aquí lo que Bérulle le escribe: “Os suplico que cambiéis el orden y la manera de proceder en cuanto a los asuntos que manejáis hasta que no recibáis noticias mías o de alguno de nosotros sobre ello con el fin de poderos asistir convenientemente en vuestra misión. Contentaros, por favor, con entrar en el país e ir directo a Valladolid, […] sin dirigiros ni al rey, ni a la reina, ni a Monseñor el Nuncio, ni al Señor embajador, ni a los padres de la Orden”. “Correspondance du cardinal Pierre de Bérulle”, editado por Jean Dagens, Paris-Louvain, 1937. Carta a M. de Brétigny, 24 de noviembre 1603, tomo I, pág. 27. Se hace absolutamente necesario reconducir la situación, así que, después de la llegada de Bérulle a España, Brétigny pasa a un segundo plano y, a parte de su función como traductor, su principal misión consistirá en proporcionar apoyo económico a la expedición, servicio que realizará con gran generosidad y abundancia. Sin su apoyo económico y su facilidad para las relaciones sociales  ¿qué hubiera sido de sus compañeros cuando, después de una estancia de casi once meses en tierra extranjera tuvieron que proporcionar a los carmelitas una “paga y señal de dos mil escudos de oro”Sérouet P., Jean de Brétigny (1556-1634), op. cit., pág. 194. ? ¿Acaso no desempeña Brétigny un destacadísimo papel (quizás de los más importantes) en la implantación del Carmelo en Francia? ¿No se merecería, pues, el título de fundador?

Finalmente, y no por ello de menor importancia en el asunto que nos ocupa, presentamos a otro colaborador: el Señor BérullePierre de Bérulle (1575-1629) fue capellán del rey, cardenal en 1627, importante artífice del desarrollo de los carmelitas en Francia, y fundador del “Oratorio de Jesús”. Nos ha dejado importantes obras sobre espiritualidad, siendo considerado el padre de lo que posteriormente se conocerá como la Escuela francesa de espiritualidad. Además, desempeñó un papel relevante en el ámbito político.. Como hemos referido antes, Bérulle participa en las reuniones, concilios y consejos en los que se decide llevar a cabo el proyecto de importar e implantar la Orden del Carmelo en Francia. Se encargó de encontrar el emplazamiento del futuro Carmelo y ayudó a su prima con el seguimiento espiritual de las candidatas a carmelitas. Así como Madame Acarie –como hemos dicho antes- había declarado que Marillac era el “fundamento ‘temporal’ de este edificio”, a Bérulle lo considera “fundamento de este edificio por lo espiritual”Marillac M. de, “De l’érection et Institution de l’Ordre des religieuses de Nostre-Dame du Mont-Carmel”, París, E. Martin, 1622, pág. 51. Sin embargo, no está entre los escogidos para viajar a España; sus obligaciones con el Tribunal de  Justicia (es uno de los capellanes del Rey) lo retienen en París. Muchos ven en él a un clérigo con un gran porvenir dentro de la institución eclesiástica, razón por la que su familia es sumamente protectora con él. Sin embargo, ante la ausencia de resultados de la expedición a España comandada por Jean de Brétigny, Madame Acarie  le pide a Bérulle que actúe como refuerzo de la pequeña expedición.
Curiosamente, Pierre de Bérulle, quien pasará a la posteridad como el introductor –o incluso como el fundador- del Carmelo reformado en Francia, curiosamente –decimos- ¡duda! Él (que había escrito el 24 de noviembre de 1603 al Señor de Brétigny: “Si yo pudiera servir para algo, me ofrecería –y me ofrezco- a la Santa Virgen, por si esta quiere utilizarme para iros a buscar a ese país y prestaros apoyo en vuestro viaje” Dagens J., op. cit., carta a Monsieur de Brétigny, págs. 26-27.), no agradándole demasiado la idea de pedir licencia al rey para abandonar Francia (cosa que no podía hacer sin el consentimiento expreso de esteA causa del antagonismo político Francia-España, abandonar al rey para viajar a ese país podría parecer, cuanto menos, sospechoso en aquella época.), con tal de averiguar la voluntad de Dios (la cual no le parece en modo alguna evidente), “dijo e hizo decir con esa intención numerosas misas en Notre Dame des Vertus, en la capilla de Notre Dame de Lorette que está en el Templo, en Saint Denys, en Martyrs, en Sainte Geneviesve, y en varios otros lugares, yendo también durante bastante tiempo a velar al Arche […]. Pasaron varios días sin poder conocer la voluntad del Cielo al respecto; y esa oscuridad […] le hizo creer que el destino que le señalaba el Señor no era aún el de ponerse en camino”. Pero un día, mientras celebraba una misa, se hizo la luz: “se le apareció la Santa Virgen; y le hizo entender que si quería iniciar ese viaje por amor a ella, se sentiría enormemente agradecida. Añadió, incluso, estas palabras: […] No os obligo a hacerlo, y no me defraudaréis si finalmente resolvéis no hacer ese viaje”Habert de Cérisy G., “La Vie du cardinal de Bérulle”, París, Ve J. Camusat, 1646, págs. 236-237.. Sus palabras son sorprendentes… ¡Contemplan la posibilidad de un rechazo! Es, pues, fruto de una decisión personal, que Monsieur Bérulle decide finalmente partir. Tiene entonces 29 años. Después de un naufragio que casi le cuesta la vida, tras atravesar España soportando todo tipo de inclemencias meteorológicas y después de unas ásperas y agotadoras negociaciones (de las que rinde cuentas regularmente a Madame Acarie), obtiene finalmente la gracia del nuncio, a quien consigue ‘arrancar’ –podríamos decirlo así- seis carmelitas del ‘cuartel general’ del Carmelo.
Durante el retorno a Francia, realizado a marchas forzadas, los viajeros logran escapar por los pelos de los carmelitas españoles, quienes, tras renegar de su acuerdo, se habían lanzado a la captura de la expedición francesa.

Así es como llegan a Francia estas seis célebres monjas españolas, justamente consideradas  como las fundadoras del Carmelo francés en lo que concierne a la transmisión e implantación del carisma teresiano.

A las personas presentadas anteriormente, es justo añadir a René Gaultier –abogado del Gran Consejo-, a Madame du Pucheul y a Rose Lesgu, quienes participaron en el referido viaje a España; también a Monsieur de Santeuil, que fue quien negoció con Roma la obtención del documento de fundación; a los señores Gallemant y Duval, cuyos consejos y apoyo nunca faltaron, y a otros muchos que contribuyeron de muy variadas maneras y en muy variada medida. Es, pues, evidente que fue un surtido grupo el que participó en la implantación del Carmelo en Francia. 

“Era ella quien conducía la barca”.

Que Madame AcarieASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f°764 r. Testimonio de Michel de Marillac. recibiera tantas y tan relevantes ayudas es algo indiscutible y que no tiene nada de excepcional. Colaboraciones de tamaña complejidad son habituales en casi todos los procesos de fundación de las órdenes. Así, Teresa de Ávila tuvo el apoyo de su obispo, de sus confesores (como San Pedro de Alcántara), de su familia y de sus amigos (especialmente de Doña Guiomar de Ulloa y de su madre), sin mencionar a las cuatro postulantes que aceptaron lanzarse a la aventura y sin las cuales nada hubiera podido empezar. Por su parte, Ignacio de Loyola, junto a un grupo de amigos leales, fundó la Compañía de Jesús. Sin embargo, en el caso de Charles de Foucauld, ¡fue precisamente el no contar con ningún apoyo lo que abocó al fracaso sus intentos de fundación de una Orden!  Las colaboraciones activas y eficaces con las que contaron Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola y otros, no impidieron que fueran considerados “el alma” del proyecto y que fueran reconocidos como los “fundadores”.  ¿Por qué tendría que ser distinto en el caso de Madame Acarie? “Era ella quien conducía la barca”, escribió Michel de Marillac. “Era siempre consciente de los dos pilares sobre los que se sustentaba el edificio que estaban construyendo: los señores Bérulle y Marillac, quienes constituían respectivamente los fundamentos ‘espiritual’ y ‘temporal’ de ese edificio”, escribe J.-B. EriauEriau J.-B., “L’Ancien Carmel du Faubourg Saint-Jacques, París, 1929, pág. 55.. Madame Acarie instruyó y colaboró con cada uno de los participantes en el proyecto (haciéndose presente así en todos los niveles); se arriesgó a iniciar la construcción de un convento sin contar aún con la autorización de Roma; lo hizo, además, sin el capital asegurado para cubrir los gastos de ese vasto proyecto y sin la certeza de la llegada de las monjas españolas; y, además,  innovó en materia de formación e iniciación a la vida religiosa, puesto que abrió una especie de pre-postulado (llamado la congregación de Sainte-Geneviève) para agrupar y preparar a las candidatas a la vida carmelita, lo que probablemente explique en gran parte la rápida expansión del Carmelo teresiano por toda Francia.
No es de extrañar, pues, que una ya larga tradición le otorgue los honores de “fundadora” de la Orden del Carmelo en Francia.

“Nuestra Orden la reconoce como fundadora en este reino”.

La mayor parte ASV, Riti 2235, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 622 r. Testimonio de la madre María de Jesús (de Bréauté). de las biografías que le han sido consagradas de 1621 a 1893 en Francia, a excepción de la que fue redactada por P. de Montis en 1778, la presentan como la fundadora del Carmelo en Francia en su título o en el subtítulo, como la escrita por  André Duval en 1621La Vie admirable de sœur Marie de l’Incarnation, religieuse converse en l’Ordre de Nostre-Dame du Mont-Carmel et fondatrice d’iceluy en France appellée au monde la demoiselle Acarie.”, op. cit., (biografía reeditada en varias ocasiones hasta 1893), la de Maurice Marin en 1642“La Vie de la servante de Dieu sœur Marie de l’Incarnation, religieuse converse et fondatrice de l’ordre de Nostre-Dame du Mont-Carmel en France”.(reeditada en 1666), la de Daniel Hervé en 1666“La Vie chrétienne de la vénérable sœur Marie de l’Incarnation, fondatrice des Carmélites en France”. (reeditada en 1690)Cabe resaltar larelevancia que François Giry otorga a la figura de Madame Acarie dentro de su obra “Vie des Saints, tomo II, París, 1696, columnas 1730-1743 : “La Vie de Sœur Marie de l’Incarnation, Fondatrice des Carmélites de France”., y la de Jean-Baptiste Boucher en 1800Vie de la bienheureuse sœur Marie de l’Incarnation, dite dans le monde Mlle Acarie, converse, professe et fondatrice des carmélites réformées de France., (reeditada en 1854, 1873, y 1892).
En los diversos testimonios que dejaron sus contemporáneos por escrito, podemos leer lo siguiente:

  • En mayo de 1618, bajo la pluma del Padre Pierre Coton (jesuita y confesor del rey Enrique IV): “Se puede decir sin faltar a la verdad que Dios ha intercedido para que se produjera el establecimiento de las carmelitas en Francia”ASV, Riti 2233, proc. ord. Rouen s. fama Acarie, 1622-1627, f° 64 r..
  • En septiembre de 1619, bajo la pluma de Don Sans de Santa Caterina (superior de la Orden de los feuillants): “Es ella la responsable del establecimiento de las carmelitas”ASV, Riti 2233, proc. ord. Rouen s. fama Acarie, 1622-1627, f° 70 v..
  • En noviembre de 1620, bajo la pluma de Louise Jourdain (priora del Carmelo de Besançon): “No puede ignorarse el hecho de que nuestra bienaventurada hermana María de la Encarnación fue aquella a la que la Majestad Divina tomó en su mano como instrumento para, con ese pincel divino, trazar los primeros rasgos de lo que su divina voluntad había determinado edificar y dejar en la tierra”Lettre à Bérulle, 4 de noviembre de 1620, publicado en “Carmel”, 1961/2, pág. 153..
    Entre 1630 y 1633, numerosos testimonios recogidos durante el proceso de su beatificación siguen esa misma dirección. He aquí algunos de ellos :
  • Un sacerdote de Amiens y París, el abad Jean-Baptiste Truchot: “Toda Francia, y París principalmente, sabe cuán importante fue la contribución de Madame Acarie al establecimiento de la Orden de las carmelitas”ASV, Riti 2235, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 293 v..
  • Una priora del Carmelo de Amiens, la madre Françoise de Jesús (de Fleury): “Condujo con maestría el establecimiento de nuestra Orden en este reino”ASV, Riti 2235, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 364 r..
  • La marquesa de Bréauté, quien posteriormente se convertiría en la madre María de Jesús (segunda priora francesa del “gran convento”): “Como Dios le había encargado el cometido de establecer nuestra Orden en este reino, ella se encargó de del cuidado y manejo de las cosas principales […] Nuestra orden la reconoce como fundadora en este reino”ASV, Riti 2235, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 605 et 622 r..
  • Una profesa de Pontoise, participante junto a las madres españolas en las fundaciones de Flandes, y fundadora de los Carmelos de Orleans y de Reims, la madre María del San Sacramento (de Saint-Leu): “Es sabido en toda Francia que Dios ha escogido a esta bienaventurada para establecer y fundar la Orden de las carmelitas en Francia […] Todas las bendiciones y progresos que hoy podemos observar deben serle atribuidos -después de a Dios-  a ella, puesto que se ha entregado a la causa en todos los sentidos: en lo espiritual y en lo temporal […] Para la Orden, ella es, sin duda, la verdadera madre y fundadora”ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 190 r et 203 r..
    Y para completar esta breve lista, he aquí lo que escribió la marquesa de Maignelay, Marguerite de Gondy (quien permaneció en el mundo) : “Nadie duda que ella sea la causa, después de Dios, del establecimiento de la Orden de las carmelitas en este reino”ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633, f° 397 v..

Existen algunos grabados editados cuya leyenda nos recuerda el papel que desempeñó Madame Acarie en la introducción y el establecimiento de las carmelitas en Francia, como el de Nicolás Viennot (después conocido como Simon Vouet), el de Jacques Honervogt, o los de Hermann Weyen y Jean LenfantDe estos cuatro artistas grabadores del siglo XVII, sabemos que Nicolas Viennot lo fue en París hacia 1630, que Jacques Honervorgt fue grabador y editor en París, que Hermann Weyen falleció en París en 1672 y que Jean Lenfant (1615?-1674), quien realizó su grabación de la Hermana María de la Encarnación en 1666, murió también en París.. He aquí, a modo de ejemplo, un pasaje de la leyenda de la parte inferior del grabado de Hermann Weyen: “Ordinis Carmelitani fuit in Gallia fundatrix”.

De la misma forma, hacia finales del siglo XVIII, la madre Thérèse de Saint-Augustin, última hija de Luis XV y carmelita en Saint-Denis, escribió al papa para pedirle un favor: “la canonización de nuestra venerable hermana María de la Encarnación, la Teresa de Francia, […] una segunda fundadora”Imbert de Cha(s)tenoy D.-N., “Bienheureuse Marie de l’Incarnation – Historique de la cause – 1622-1791, manuscrito, 1791, pág. 158 (manuscrito conservado en el Carmelo de Pontoise).. Pío VI le responde casi repitiendo las mismas palabras: “Nada deseamos más que adoptar alguna resolución que sea propicia para todos […] que la venerable sirvienta de Dios, María de la Encarnación, fundadora de las carmelitas descalzas de Francia -y que por esa razón la podéis llamar, después de Santa Teresa, vuestra Madre- ingrese en la lista de los considerados bienaventurados”Ibid., pág. 163, carta del 25 de diciembre de 1782..
No obstante, junto al armonioso concierto de opiniones favorables a la consideración de María de la Encarnación como fundadora del Carmelo, se escuchan también varias notas discordantes,  algunas de ellas en sordina, pero otras claramente perceptibles.

La oposición.

Es André Duval, en 1621, el primero en abordar la cuestión. Si no hubiera sido puesta en duda su condición y calidad de fundadora de Madame Acarie, ¿por qué habría de terminar Duval la biografía de María de la Encarnación con el capítulo: “Por qué es de justicia considerar a Madame Acarie la fundadora de la Orden en Francia”? Para él no existe ninguna duda al respecto: “Varias condiciones se deben reunir en aquel que pretenda fundar una orden: en primer lugar, verse conducido por Dios a vivir ese destino; seguidamente,  ser capaz de hacer frente a muchas adversidades;  en tercer lugar, ocuparse de ello en exclusividad; y, finalmente, ser capaz de reconocer el capital espiritual, vocacional y humano de aquellos a los que Dios escoja para participar en el establecimiento de la Orden. Asimismo, nadie que haya conocido a nuestra bienaventurada podrá dudar jamás de lo absolutamente justo que sería que le concedieran el honor de considerarla fundadora”Duval A., op. cit., pág. 803.. Para Duval es también obvio que esto no ensombrece de ningún modo la figura y la labor de la bienaventurada madre Teresa de Ávila, quien permanece como fundamento primero y principal para toda la Orden ¡en cualquier país! También hizo hincapié Duval en que Madame Acarie trabajó mucho más que todos sus colaboradores  y en que su condición de laica casada no era óbice para quitarle el derecho y el enorme mérito que significaba fundar una orden compuesta por vírgenes o viudasEn aquella época, el estado de vida matrimonial era considerado muy inferior al estado de la vida religiosa. Duval, entre otros argumentos, adelanta que vistas las dificultades que pone la fundación, “convendría que aquella que tuviera que hacerse cargo de la obra en Francia no fuera religiosa”. El caso de Madame Acarie no es único dentro de la Iglesia.
Concepción Cabrera de Armida (1862-1937), mexicana, fundó una congregación religiosa en 1897 –las “contemplativas de la cruz”-, estando en aquel momento casada y siendo madre de 7 hijos, y después de la fundación aún tuvo 2 hijos más. Cuando se quedó viuda –en 1901-, permaneció viviendo en familia y murió rodeada de sus hijos y nietos. Su proceso de beatificación aún permanece abierto.
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Más pruebas de la oposición :
En ese mismo siglo XVII, los retratos de Madame Acarie grabados por Sebastien Bourdon, Isaac Briot, Jean Messager o Balthazar Moncornet, llevan como leyenda un simple “religiosa conversa de la Orden de Notre Dame del Mont-Carmel”Isaac Briot (1585-1670), Jean Messager (?-1649), Balthazar Moncornet (1600-1668) fueron artistas grabadores en París, donde fallecen. De Sébastien Bourdon (o Boudon) no se nos ha dejado testimonio alguno.. ¿Quiénes son sus patrocinadores?
Y, finalmente, ¿Porqué en 1778, el postulador de la causa de María de la Encarnación en Roma escribe acerca de la publicación de la ‘Positio super virtutibus’ “es de reseñar que, tanto en la presente disposición como en la correspondiente a la memoria precedente, aprobamos la distinción de ’fundadora’ de las carmelitas de Francia para Madame Acarie contra el sentimiento de algunos de nuestros críticos”Imbert de Cha(s)tenoy D.-N., op. cit., pág. 271. ?
Incluso al final del siglo XVIII, algunos, pocos, aún ponen en duda su condición y calidad de fundadora…

¿Podríamos precisar un poco quiénes son esos opositores? Algunas confidencias de la madre Angélique ArnauldAngélique Arnauld (1591-1661), abadesa reformadora de Port-Royal, fue durante un tiempo abadesa de Maubuisson, cerca de Pontoise. realizadas a su sobrino Antoine Le MaistreAntoine Le Maistre (1608-1658), abogado de renombre, abandonó su brillante carrera para formar parte de los Messieurs de Port-Royal. nos ponen sobre la pista de dos documentos cuya consulta confirmará totalmente nuestras sospechas. El testimonio de esta madre es particularmente valioso, pues es realizado tardíamente (el 17 de mayo de 1654), fuera ya del Carmelo, y no fue conocido hasta su publicación en 1742, más de un siglo después de los hechos que en él se recogen.

Primera confidencia de la madre Angélique Arnauld.

“Cuando fui a Pontoise [en 1618] poco después de la muerte de esta buena señora [la hermana María de la Encarnación], las madres [del Carmelo] de Pontoise me dijeron que Monsieur Bérulle había venido a visitarlas, […] había cambiado de opinión, y ya no manejaba la idea, como antaño, de considerarla fundadora, pues, según él decía, había tenido otra visión. Estaba cada vez más ligado a las hermanas de París y a aquellas que habían relegado a Pontoise a esta santa mujer, de quien, como él, habían sido antiguas amigas” “Mémoires pour servir à l’histoire de Port-Royal et à la vie de le Révérende Mère Marie-Angélique de Sainte Magdelaine Arnauld, réformatrice de ce monastère”, Utrecht, 1742, 3 vol., tomo II, pág. 313..
Esto es extraño… ¿Qué derecho se arrogaría Monsieur de Bérulle para conceder a la hermana María de la Encarnación un título cuya misión y su trabajo le habían hecho acreedora de facto? ¿Y con qué derecho se lo retiraría? ¿Quién a sus ojos se lo merecía más que ella? Parte de la respuesta a estas preguntas la encontramos en la primera biografía de Pierre de Bérulle, que aparece en 1646.

¿Cómo nace una tradición?

Germain Habert, obispo de Cerisy, pretende probar a lo largo de su libro que el honor de ser considerado fundador le corresponde tanto a Madame Acarie como a Pierre de Bérulle, ya que, después de haber subrayado su estrecha amistad y colaboración, ecribes:
“Su afecto mutuo y su inteligencia, que ya desde el principio eran muy grandes, se acrecentaron visiblemente cuando Dios los asoció para trabajar en el establecimiento de las carmelitas. De la misma manera que el amor de los padres se duplica cuando ven nacer a un hijo bello, el buen propósito y el buen hacer de estas dos almas generó unos lazos que las unió aún más estrechamente”Habert de Cérisy G., op. cit., pág. 116..

Tras referir la aparición de la Madre Teresa ante Madame Acarie y su decisión de hacer de ella la “madre del Carmelo en Francia”, prosigue diciendo: “M. de Bérulle fue informado enseguida por la misma bienaventurada de la aparición que había tenido, y esta ’María’ le pidió que se convirtiera él en su ’José’, para tratar juntos de cultivar y procurar el crecimiento de un fruto tan noble”Ibid., pág. 209.. Sin embargo, esta afirmación no le impide escribir algunas páginas más adelante (acerca del encuentro sorpresa en Tours, en 1603, de Bérulle con Mademoiselle de Fontaines-Marans, la futura madre Madeleine de Saint-Joseph) lo siguiente: “En lugar de la casa temporal que buscaba para la Orden, encontró en él un alma que Dios había escogido para toda la eternidad, para fundar junto a él el edificio espiritual” Ibid., pág. 213.. Como la mayoría de los historiadores está de acuerdo en que durante el viaje a España M. de Bérulle informaba regular y abundantemente de todos los pasos que iba dando a Mme. Acarie, Habert escribe lo siguiente a ese respecto: “Sin esperar a que le hubiese escrito desde España, ella misma le daba cuenta de sus pensamientos en todos los correos, pero lo hacía con tanta humildad y tanto respeto por la luz que Dios había puesto en él para la consecución de aquel proyecto, que para ella era patente que Dios les había asociado a ambos para llevar a cabo su obra”Ibid., pág. 244.. Relacionado con esto, unos veinticuatro años más tarde, el Padre Talon, también del Oratorio, se permitirá decir lo siguiente: “Mademoiselle Acarie […] realizó varias  acciones extraordinarias para procurar el establecimiento de las carmelitas en este reino, secundando así con éxitoa M. de Bérulle”Talon J., La Vie de la Mère Madeleine de Saint-Joseph, religieuse carmélite déchaussée de la première règle, selon la réforme de sainte Thérèse, Paris, 1670, pág. 43..

La intención de estos autores es clara: Se trata de trasladar a Madame Acarie del primer al segundo plano;  primero considerándola tan solo colaboradora de M. de Bérulle en el asunto de la llegada de las madres españolas a Francia, para después anular todo rastro de su persona y condenarla al olvido. Efectivamente, desde el día de la llegada de las carmelitas a París, Habert ya no cita más a Mme. Acarie, obviando, en primer lugar, que fue con ellas al frente de la expedición, en la misma carroza, acompañada de sus tres hijas y de la marquesa de Bréauté y, en segundo lugar, que fue ella quien realizó todos los preparativos de la bienvenida y quien acondicionó la casa que las acogióCf. Habert de Cérisy G., op. cit., pág. 275.. Cabe igualmente reseñar que Habert también silencia importantes actos como la fundación del Carmelo de Pontoise (que sucede menos de tres meses después), acto al cual acuden tanto M. de Bérulle como Madame Acarie, o la incorporación de Madame Acarie al Carmelo de Amiens, a cuya ceremonia de profesión acude el mismo Pierre de Bérulle. En ningún pasaje del libro se menciona que Madame Acarie ingrese en la orden de las carmelitas, y el resto de menciones que la conciernen están relacionadas con la formación del Oratorio. Dicho de otra forma: su aportación a la implantación y su lugar en la comunidad del Carmelo son inexistentes.
Es cierto que, tal y como así lo refiere Marianne Marduel, “Madame Acarie, solicitada dos veces por la misma Santa Teresa, iluminada por sus comunicaciones místicas,  sabía mejor que nadie cuál era el camino a seguir; pero, estando casada y siendo madre de familia, sabía bien que no le correspondía a ella llevar la iniciativa del mando”Marduel M., Madame Acarie et le Carmel français, éd. X. Mappus,Le Puy-Lyon-Paris, 1963, pág. 63.. Será Pierre de Bérulle quien se apresure a ejercer esa labor, y, a partir de 1614, el mismo año en que Madame Acarie desaparece de la escena pública a causa de su entrada en religión bajo la condición de “sirvienta”, de prácticamente monopolizarlas. Es entonces cuando es francamente notable su aportación al desarrollo de la Orden en Francia, llegando a presidir la fundación de treinta y tres monasterios de carmelitas, quienes, legítimamente, lo consideran como su padre. De ahí proviene la impresión que se forjaron muchos de que lo había venido haciendo todo desde siempre y de que, lógicamente, era el introductor  del Carmelo en Francia, honor mil veces otorgado a él hasta incluso en nuestra época, como por ejemplo en un artículo del diario La Croix ¡del 2 de julio de 1999!: “ […] otras grandes figuras cuya influencia sobrepasa nuestras fronteras: Madame Acarie (1566-1618), el cardinal Pierre de Bérulle (1575-1629), quien funda el Oratorio de Francia e introduce la reforma del Carmelo en Francia”Le riche héritage de l’Ecole française de spiritualité”. Artículo de Claire Lesegrétain aparecido en el diario La Croix el 02/07/1999, pág. 12.
Influenciados por el libro de Germain Habert, y luego por los de Jean-François Senault y Jacques Talon (del que hablaremos más tarde), algunas generaciones de carmelitas pensaron de esa misma manera y escribieron en esa misma línea. Una buena muestra de ello la encontramos en  una pieza de teatro de más de un millar de versos libres, una destacable síntesis de esa versión de la introducción del Carmelo en suelo francésL’Établissement des carmélites de France”, manuscrito anónimo descubierto en la biblioteca de la abadía benedictina de Clervaux (Luxemburgo) entre archivos provenientes de la abadía Saint-Maur de Glanfeuil (Anjou), cuyos monjes tuvieron que exiliarse a principios del siglo XX. Teniendo en cuenta el tipo de papel y de escritura,  podríamos afirmar que este documento data muy probablemente de finales del siglo XVII. Sobre su origen carmelitano no existe duda alguna, pues responde al mismo tipo de documento (de carácter recreativo y pedagógico) que suelen usar los carmelitas para animar los días festivos..
Hete aquí lo que Santa Teresa supuestamente le dijo a Madame Acarie :

“Es necesario que en breve mi Orden,
en París se establezca por la gloria de Dios,
Seréis piedras vivientes vosotros mismos de ello,
y de manera increíble todo se sucederá,
Es Monsieur de Bérulle del Señor el elegido,
Para aquí cargar la pena y en el cielo los honores,
¡Seguid de este gran guía fielmente sus consejos,
Vacilar nunca podréis, pues es de sólido spíritu,
Añadirá Dios tantas gracias a sus antiguos dones,
Con tal de favorecer los destinos que emprendemos, 
Que hará el solo más que todo el mundo junto!”

Se dice que Pierre de Bérulle hizo más que el resto del mundo junto… Es justo que pase a la posteridad por aquello que verdaderamente hizo, que fue mucho, pero no por nada más. Así, en las dos únicas cartas conservadas de San Francisco de Sales dirigidas a Madame Acarie tan solo se abordan temas relacionados con el Oratorio. La de 1612 parece enteraŒuvres de saint François de Sales”, op. cit., tomo XV, pág. 156, carta DCCXLVI del 21 de enero der 1612.. En ella se aborda el tema de un problema inmobiliario del Oratorio para el cual Madame Acarie había solicitado la ayuda de este. La de 1606 está visiblemente amputada,Ibid., tomo XIII, pág. 153, carta CCCXXXIII del 6 de marzo de 1606.y solo sobrevive un párrafo en el que Francisco de Sales le expresa su alegría a propósito de la próxima visita de Pierre de Bérulle…

Segunda confidencia de la madre Angélique Arnauld.

“Cuando Monsieur Duval escribió su vida [la de Madame Acarie], la quiso hacer pasar por la fundadora de las carmelitas en Francia. Pero a las de París no les pareció bien y quisieron atribuir esta obra a la Madre MadeleineMagdeleine de Fontaines-Marans (1578-1637) se convirtió en la hermana Madeleine de Saint-Joseph en el Carmelo de la Encarnación, donde tomó el hábito el 11 de noviembre de 1604. Su profesión tuvo lugar el 12 de noviembre de 1605 y fue elegida priora por primera vez en 1608.
, […] muy buena mujer y rebosante de espiritualidad, a quien hoy en día consideran su madre y no a la hermana María de la Encarnación, con la que habían tenido alguna desavenencia”Mémoires pour servir à l’histoire de Port-Royal…, op. cit., pág. 315.. Antoine de Maistre prosigue relatando el paso de su tía por el Gran Convento durante el verano de 1626: “la madre Madeleine, la superiora, le hablaba con gran cercanía, y las otras monjas la llamaban la ’Madre Teresa’, diciendo que se le parecía mucho, no solo en espíritu sino también en el físico, pues hasta tenía algunas verrugas en los mismos sitios donde las tenía la Santa”Ibid., pág. 318.
Una vez más… ¿Cómo podían las carmelitas del Gran Convento otorgarle a su madre Madeleine el título de fundadora, si ni tan siquiera había participado en la introducción del Carmelo en Francia (a diferencia de Pierre de Bérulle) ? Lo cierto es que la madre Madeleine ha pasado a la historia como una de las más grandes prioras que haya tenido el Carmelo en Francia –si no la más grande y la más conocida-, tanto por  la santidad y ejemplaridad de su vida como por sus escritos, sus fundaciones y por el apoyo prestado al resto de la provincia gracias al envío de prioras formadas por sus hermanos (ayudando así a aquellos Carmelos a los que les faltaban hermanas aptas para desempeñar determinados cargos), pero no por haber sido la fundadora de las carmelitas en Francia.
Pero si ese honor —es una cuestión de sentido común- no se le puede atribuir a la madre Madeleine de Saint-Joseph… ¿Qué podemos decir de la madre Angélique?
Una vez más, las biografías, esta vez la de la madre Madeleine, van a sernos de gran ayuda.

Las biografías de la madre Madeleine de Saint-Joseph.

El primer biógrafo de la madre Madeleine, el Padre SenaultDe hecho, el Padre Senault utiliza un manuscrito del Padre Gibieuf, el cual completa y publica., orador, da justa cuenta, durante el transcurso de su libro, de la relación de esta con Madame Acarie.
Madame Acarie se acababa de convertir en hermana; el Padre Senault escribe acerca de ello: “Parecía lógico que quien había trabajado tanto por el establecimiento de la Orden, debiera ser la pieza fundamental de la misma; Sin embargo, Dios quiso que permaneciera comprometida con el matrimonio siete u ocho años más desde el establecimiento de las carmelitas en Francia, y que, después de la muerte de su marido, se recogiera en un pequeño monasterio para quedarse allí como una humilde sirvienta de aquellas de las que parecía que debiera ser su madre. Al mismo tiempo, destinó a nuestra Madeleine (pues el espíritu y el pensar de Madame Acarie estaban muy alejados ya de esa tarea) a hacer progresar y a consolidar la Orden naciente, a su perfeccionamiento, con el fin de  coronar con éxito lo que Mademoiselle Acarie tan santamente había empezado”Senault J.-F., “La Vie de la Mère Magdelaine de Saint-Joseph, religieuse carmélite deschaussée de la première règle, selon la réforme de sainte Thérèse”, París, 1645, pág. 41.. No obstante, el mismo autor ya había dicho de la madre Madeleine –en el prefacio- que Dios “la había escogido para ser la columna principal de una gran Orden en Francia y que quería hacer de ella una segunda Teresa”, y añade que M. de Bérulle, durante un viaje, “pensó que Madeleine debía ser el fundamento y la base, y la embarcó sin más en la Orden de la que nuestro Señor quería que fuese la madre en este Reino”Ibid., préface et pág. 40..

Algunos años más tarde, retomando y completando el texto del Padre Jean-François Senault, el Padre Jacques Talon tributa a Madame Acarie –pues es una referencia- todo tipo de elogios a propósito del apoyo que prestó a  Mademoiselle de Fontaines-Marans (la futura madre Madeleine) en el momento en que esta presentó su postulado a las madres españolas, “añadiendo proféticamente por escrito que un día esta hija sería el sostén [de la Orden], el honor y la gloria, y, finalmente, que Dios les hacía un precioso regalo dándosela durante el proceso de establecimiento de la Orden”Talon J., op. cit., pág. 64..
Columna principal, fundamento, base, madre del Carmelo en este Reino,… Quedaba por subrayar, conforme a las confidencias de la madre Angélique ,el parentesco espiritual de la madre Madeleine con Santa Teresa…
Mientras el Padre Senault decide pasar muy por encima el tema de la devoción de la madre Madeleine por Santa Teresa “porque durante toda su vida demostró suficientemente el amor y la reverencia que le profesaba”Senault J.-F., op. cit., pág. 345., El Padre Talon, por contra, le consagra varias páginas, de las cuales estas líneas son bastante representativas: “ [la madre Madeleine tenía por] modelo la conducta y el alto grado de perfección de su Santa Madre, lo cual movió a las religiosas que vinieron de España para fundar en París el monasterio de la Encarnación a considerar que la madre Madeleine de Saint-Joseph era la heredera del espíritu de Santa Teresa, y que ella la haría revivir en Francia por lo loable de sus virtudes y por la semejanza que tenía con la Santa”Talon J., op. cit., pág. 555..
Estas biografías, más allá del uso tradicionalmente establecido consistente en dar al pueblo cristiano un ejemplo de la vida de una persona santa que ha servido modélicamente a Cristo y a su Iglesia, persiguen fundamentalmente apoyar el proceso de beatificación de la madre Madeleine de Saint-Joseph, en proceso de instrucción por aquel entonces. Los dos grandes libros que le han sido consagrados (Senault- Talon) aparecieron junto a los tres consagrados a Mme. Acarie (Duval- Marin- Hervé), cuyo proceso de beatificación había sido ya iniciado en Roma seis años antes de que apareciera el libro del Padre Talon.
Una visión general del clima que se respiraba durante el desarrollo de estos dos procesos acabará por reafirmar aquello que ya se desprende claramente de las palabras escritas por la madre Angélique Arnauld.

“Es bueno alegrarse del bien de las otras casas, pero cada Carmelo tiene el deber de proteger en primer lugar sus propios intereses”

CitationMenant P., “Sainteté et procédure canonique [en vue de] la béatification de la vénérable Madeleine de Saint-Joseph”, ’memoria de maestría’ [N.T. ’tesina’] en Historia, París, 1992, pág. 63. Declaraciones de la hermana Marguerite de Anglure, del “Gran Convento” sobre las beatificaciones perseguidas por los Carmelos de París y de Pontoise.

La madre Jeanne de Jesús (Séguier) del Carmelo de Pontoise escribe a su hermano –candelario- en 1643 para informarle sobre la próxima visita de Ana de Austria al Carmelo de Pontoise: “Espero ansiosa esta visita para tratar la cuestión de nuestra bienaventurada hermana”Hours B., “Jeanne de Jésus Séguier. Lettres à son frère, chancelier de France”, Lyon, 1992, Carta 16, pág. 27.. Para hablar sobre el proceso, se entiende.
De nuevo, el 4 diciembre 1644, acerca de la partida hacia Roma del nuevo embajador de Francia, la madre Jeanne de Jesús le escribe a su hermano: “He creído oportuno rogarle que, cuando el embajador vaya a despedirse de usted, le pregunte sobre el proceso y sobre si las informaciones de nuestra bienaventurada hermana María de la Encarnación han sido recibidas correctamente, y así hacerle notar que aquí se le tiene mucho afecto y que se le da importancia al asunto; y aprovechad también para recomendarla de vuestra parte a Monsieur du Nozet [auditor en La Rota]. Me han dicho que este embajador es pariente de la madre priora de nuestro Gran Convento, quien no dejará de agasajarlo con comisiones para que interceda por la madre Madeleine. Sé que a ellas les gustaría que el proceso de nuestra bienaventurada hermana esperase a la finalización del de la madre Madeleine, pero eso supondría perderlo, no aplazarlo”Hours B., op. cit., carta 41, págs. 46-47..
En mayo de 1650, escribe: “la priora del barrio de Saint-Jacques, consternada, escribe a LoutierMonsieur Loutier, prior comendador de Roquemaure, fue nombrado postulador de la causa de la beatificación de la madre Madeleine en 1647. que Pontoise quiere retomar la beatificación de María de la Encarnación, y que Don Maurice Marin […] se prepara para partir hacia Roma para ello. Teme que esta otra santa carmelita francesa se convierta en una competidora que perjudique a la madre Madeleine”Menant P., op. cit., pág. 62..
El 4 de setiembre de 1655, la madre Jeanne Séguier escribe a la hermana Claude de la Nativité, del Gran Convento, expresándole su pena sobre el hecho de que el Carmelo de Pontoise no haya recibido aún ninguna solicitud de testimonio sobre la vida de la madre Madeleine de Saint-Joseph, documento que, sin embargo, había sido enviado “a todas partes”… Y añade finalmente: “quiero creer que es por el respeto que le tenéis a nuestra bienaventurada hermana, a la cual queréis que nos dediquemos por completo, y quiero creer que, si llegara un día en el que hubiera que respaldar su proceso, el Gran Convento y toda la Orden unirían esfuerzos para ello, pues la multiplicación de las santas supone un honor para toda la Orden”. También le confirma que el proceso de beatificación de María de la Encarnación sigue su curso, y que el asunto ya se trata en Roma gracias a un intermediario del nuncio: “parece que esto invita a no perder la ocasión de hablar de ella, pues así el Santo Padre, profesando como profesa una gran veneración por el bienaventurado Francisco de Sales, podría desarrollar hacia ella el mismo afecto que este [aludiendo a la gran estima de Francisco de Sales por Mme. Acarie]”Ibid., pág. 86. Carta inédita de la madre Jeanne; copia conservada en el Carmelo de Clamart..
Entre los comentarios que encontramos en esta misma carta de la madre Jeanne, podemos leer el siguiente: “Nuestra bienaventurada hermana –quien nunca quiso otro rango que el de hermana conversa-, debe ostentar el privilegio de la prioridad de culto”. M. Menant cree que esta carta fue escrita en respuesta a otra del Gran Convento, en la cual, con motivo del rumor que corría acerca del deseo del Santo Padre de beatificar a una carmelita al mismo tiempo que al santo obispo de Génova, las hermanas de París   mostraban su deseo por saber de quién se trataba: “La madre Jeanne muestra su opinión sobre el tema y busca con malicia alimentar el miedo que había percibido en la carta del Gran Convento ”Ibid., pág. 63.. Así pues, en noviembre de ese mismo año, Pontoise será uno de los diez Carmelos que rechazarán dar su visto bueno a la beatificación de la madre Madeleine, a causa de no estar de acuerdo con la expresión: “una de las fundadoras del Carmelo francés”Ibid., págs. 67-68..

Un siglo más tarde,  quienes sostenían la causa de la madre Madeleine aún intentaban  que recibiera ese título. La hermana Teresa de Saint-Augustin, del Carmelo de Saint-Denis, antes de convertirse en priora, nos da una prueba indirecta de ello. Sostiene la causa de la madre Anne de Jesús, y puesto que, en Roma, los señores de la Congregación por los Santos parece que mezclan los informes, precisa bien: “ Es, Señor, por la venerable madre Anne de Jesús y no por la venerable madre Madeleine de Saint-Joseph que me intereso ahora, […], es esta y no la otra quien es la fundadora de las carmelitas en Francia ”Carta al cardenal de Bernis en Roma, del 9 de agosto de 1772. Copia en los archivos del Carmelo de Saint-Denis, depositados en el Carmelo de Pontoise.. Sin embargo, en 1782, la misma hermana (convertida ya en Madre) Teresa de Saint-Augustin, afirma acerca de la hermana María de la Encarnación en su carta a Pío VI: “Es la Teresa de Francia, […] una segunda fundadora”Imbert de Cha(s)tenoy, D.-N., op. cit., carta del 18 de noviembre de 1782, pág. 158..

Estos pocos pasajes de las cartas son suficientes para mostrar que existió, hasta el final, una rivalidad real entre estas dos “causas” acerca del papel específico que cada una de las dos santas carmelitas desempeñó dentro de la Orden. La mayoría de los que apoyaban a la madre Madeleine, que eran muchos, no podían más que dirigir sus esfuerzos a minimizar el papel y el impacto que la hermana María de la Encarnación tuvo en lo que supuso su única obra carmelita: “la fundación del Carmelo”, pues María de la Encarnación no había ni gobernado ni tan siquiera escrito. Despojarla de su papel de eslabón providencial entre España y Francia suponía, de algún modo, borrarla de la historia del Carmelo de Francia. Así se comprende mejor el aire victorioso que se percibe en la acción de M. Imbert de Chastenois (último postulador de la causa de María de la Encarnación) cuando subraya los títulos de las Positio de 1787 y de 1788 que declaran a Madame Acarie fundadora de esta Orden en FranciaSacra rituum congregatio, Positio super virtutibus heroicis ven. Servae Dei Sororis Mariae ab Incarnatione, Monialis conversae professae Ord. Carmelitar. excalceatarum, ejusdemque Ordinis in Galliis Fundatricis, Romae, 1787.. La Sagrada Congregación había emitido su veredicto.
Tres años más tarde, el 24 de mayo de 1791, en el breve de la beatificación, Pío VI se expresa así: “Dios nos hace encontrar en las virtudes heroicas de la sirvienta de Dios, María de la Encarnación, conversa, y fundadora en Francia de la Orden de las religiosas de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo […], una fuente abundante de consuelo espiritual”.

Una constatación: “La verdad padece…”

Citation“La verdad padece, mas no perece”. Teresa de Jesús, “Obras completas”, Madrid, B.A.C, carta del 3 de mayo de 1579.

Declarada por Pío VI fundadora en Francia, María de la Encarnación debería haber sido reconocida y honrada como tal por las carmelitas de nuestro país… ¡Nada más lejos de la realidad! A modo de ejemplo, basta con recordar que tanto Santa Teresa del niño Jesús (1873-1897), de Lisieux, como la bienaventurada Elisabeth de la Trinidad (1880-1906), de Dijon, no la consideran ni una sola vez (al menos en los escritos de los que disponemos actualmente) como a su “verdadera madre y fundadora”. Y eso que en sus monasterios, considerados de “la Orden de Francia”Se trata de monasterios de tradición beruliana., se debía celebrar, normalmente cada 18 de abril, de alguna una u otra forma, el día de la bienaventurada María de la Encarnación, única carmelita francesa beatificada hasta entoncesLa beatificación de dieciséis carmelitas provenientes de Compiègne no se llevó a cabo hasta el 28 de mayo de 1906, cinco meses antes del fallecimiento de la hermana Elisabeth de la Trinidad, quien en todo momento estuvo al corriente de este hecho..En fechas más cercanas a nosotros, en junio de 2004, el cuarto centenario de la introducción del Carmelo en Francia que se celebró en el Instituto Católico de París, ¡se celebró sin que el nombre de Madame Acarie se pronunciase! Sin embargo, “la verdad padece, mas no perece”; Santa Teresa de Ávila lo asegura. En una época en la que se predica el retorno a las fuentes y la búsqueda de la verdad histórica, este desinterés de la Orden en Francia por Madame Acarie no está en modo alguno justificado, y menos aún si tenemos en cuenta que, según el Padre Rafael Mejía, casi la mitad de los Carmelos del mundo descienden de ese primer Carmelo de ParísMejía R., “Carmelos de Francia” (1604-1990), Burgos, editorial Monte Carmelo, 1992, pág. 75. “Más de la mitad de los 847 monasterios con que cuenta la Orden en el mundo descienden de Carmelos franceses”. Para poder incluir en la cuenta a los Carmelos fundados a partir del de Avignon y de otras ciudades que en aquel entonces estaban fuera de Francia, hemos modificado el texto del padre Rafael Mejía, de “más de la mitad de los Carmelos” a “casi la mitad de los Carmelos”. a>ese Carmelo que Santa Teresa reclamó a Madame Acarie, y para cuyo establecimiento dedicó todos sus esfuerzos. Quien se hizo eco de esta verdad fue Santa Teresa Benedicta de la Cruz, la ilustre carmelita alemanaEdith Stein (1891-1942), filósofa alemana. Judía convertida al catolicismo, entró en el Carmelo de Colonia bajo el nombre de hermana Teresa Benedicta de la Cruz. Mostró mucho interés por la figura de Madame Acarie. Durante la ’selectiva’ traducción que realizó al alemán de “L’invasion mystique” (La invasión mística) de Henri Bremond “traduce […] in extenso el fragmento donde se cuenta la visión que Madame Acarie tuvo de Santa Teresa, donde esta le induce a fundar el Carmelo en Francia, pues esa visión constituye el origen de la expansión  del Carmelo teresiano fuera de España. […] El Carmelo de Colonia se puso como objetivo transmitir el amor y el espíritu de  aquella bienaventurada que había introducido el Carmelo en Francia”.  Cécile Rastoin y Didier-Marie Golay, “Avec Edith Stein, découvrir le Carmel français”, Toulouse, Éd. du Carmel, 2005, págs. 29 y 33., tal y como se desprende del interés que la Santa muestra por la obra de la “fundadora” Madame Acarie (así la considera al traducir diversos escritos históricos del francés al alemán).
En cualquier caso, existe dentro del “ámbito carmelitano” un argumento indiscutible en favor de la bienaventurada María de la Encarnación. La madre Ana de Jesús, priora de las fundadoras españolas y priora fundadora del Carmelo de París, mujer perspicaz, con un temperamento autoritario que todo el mundo acogía de buen grado, cuando estimo oportuno informarse sobre el origen de aquella fundación… ¿a quién se dirigió…? ¿Quizás a Monsieur de Brétigny…? ¿O a Monsieur de Bérulle…? ¡No! Siguiendo su seguro instinto se volvió hacia Madame Acarie, quien le respondió “Madre Mía, mi deuda con Dios es enorme. No he tenido más parte en esta obra que las faltas que he cometido”ASV, Riti 2236, proc. ap. Rouen s. virt. Acarie, 1630-1633,f° 725. Testimonio de la madre Luisa de Jesús (Jourdain).. La nobleza de espíritu y la humildad sincera de Madame Acarie, que se borra frente a Dios, no le impiden reconocer, implícitamente, ¡que ella fue Su instrumento! Al mismo tiempo, con su actitud se nos muestra como la auténtica heredera de Santa Teresa de Ávila, quien escribía: “la humildad es el fundamento de todo edificio [espiritual]; el Señor no lo elevará muy alto, si esta no es sincera; tenedlo en cuenta por vuestro bien, para evitar que vuestro edificio se derrumbe”Thérèse d’Avila, Œuvres complètes, DDB Paris, 1964, 7D 4,8..

Fundado sobre ese “abismo de humildad” tal y como fue llamada la bienaventurada hermana María de la Encarnación, el Carmelo francés crecerá rápidamente y se extenderá y resplandecerá a través de abundantes frutos de santidad. Reconocer lo que le debe a su Fundadora, ¿no sería volver a la fuente y reencontrar aquel dinamismo de los orígenes?