En este momento estás viendo Estado político de Francia

Estado político de Francia

  • Autor de la entrada:
  • Categoría de la entrada:Historia

Pedro Acarie es miembro de la Liga como lo era su suegro Nicolás Avrillot.
La Santa Liga es creada en 1576 en Perona.
Enrique III (el tercero), rey de Francia muy católico 1574-1589, sin hijo, muere asesinado.
Enrique de Guise, señalado con un chirlo (le balafré), jefe de la Liga, asesinado en Blois en 1588.
Enrique IV(el cuarto), protestante, rey de Francia (1589-1610), de ahí el nombre de guerra de los tres Enrique.
Durante el sitio de París en 1590 por Enrique IV (el cuarto), la señora de Acarie desborda de sacrificio con la población hambrienta, sin embargo es el año de sus primeras éxtasis.
Querellas políticas miserables perduran tres años hasta la abjuración de Enrique IV (el cuarto) al protestantismo en 1593. Fracaso de la Liga y destierro de Pedro Acarie.
En 1598, retorno a la gracia de Pedro Acarie ,y Decreto de Nantes (12 de abril de 1598), el cual tolera el protestantismo, lo que apena a los Acarie.
De ahí el único recurso: la oración, el trabajo de introducción del Carmen en Francia.

Pierre y Barbe Acarie :
un matrimonio durante las últimas guerras de religión

Conferencia par Claude PERRET, historienne

Introducción.

La Reforma Protestante y las guerras civiles que resultaron de ella en las tres cuartas partes de Europa al final del Renacimiento constituyen un drama fundamental en la historia de la cristiandad y en nuestra propia historia, la Historia de Francia. En el centro de este drama, cuáles fueron los casos de conciencia, cuál fue el comportamiento de los personajes que nos interesan hoy en día : es el tema del que voy a hablarles bastante brevemente porque se sitúa en un período relativamente corto de la vida de Doña Acarie : apenas quince años, entre 1584 y 1598 aproximadamente; pero son quince años que marcaron de manera profunda y dolorosa al afectuoso matrimonio de Pierre y Barbe Acarie tan unidos y tan atraídos por las cosas espirituales a pesar de las mundanerías de su juventud.

Permítanme poner de relieve de inmediato un punto muy importante : no hay que pensar que los acontecimientos de los que les voy a hablar, particularmente el papel de la liga católica frente al partido Huguenote, o también la difícil accesión al trono de Francia del futuro Enrique IV o para terminar los compromisos personales de Pierre Acarie y quizás sus errores, hayan provocado malentendidos de orden conyugal para este joven matrimonio. En absoluto. Sería quizás novelesco observar aquí un caso de psicología muy de moda, que separaría a los dos esposos hasta ahora muy enamorados el uno del otro. No es el caso. Vamos a ver que Doña Acarie tenía las mismas reacciones que su marido, como él, ella era también una ferviente católica, como él estuvo escandalizada por la osadía y las amenazas de la herejía protestante de la que ella temía la temible seducción en los espíritus cultos y abiertos ; volveremos a hablar de ello (particularmente por lo que es del « libre examen de las Escrituras »).

Permítanme también rectificar – modestamente – la parcialidad de las críticas emitidas en contra de la Liga y de los miembros de la Liga, considerados de manera reductora como un montón de fanáticos y de idiotas. Al final del siglo sí lo eran pero antes no. No se puede negar que el movimiento se haya desviado, que se haya vuelto político a pesar de que al principio fuera auténticamente religioso, pero no fue siempre el caso : pienso que sería honesto poner las cosas en su lugar y en su tiempo.

Primera parte.

Cuando se casaron Pierre Acarie y Barbe Avrillot en 1582, ¿en que posición se encontraba el reino de Francia ? Cosa extraordinaria, conoce momentáneamente un cierto apaciguamiento de dos o tres años después de siete guerras de religión.
Pero la octava va a iniciarse poco tiempo después, en 1585 : esta octava guerra de religión será la más larga, la más trágica, en la que se encuentran implicados nuestros personajes, padres, vecinos y amigos. Desde su nacimiento, el joven matrimonio sólo había experimentado un estado de conflicto latente : sin embargo, como habían sido educados uno y otro fuera de París (¡ La abadía de Longchamp para la pequeña Avrillot estaba lejos, en el campo ! Y Orleáns, para el joven Acarie, no había sufrido los mismos horrores que la capital) podemos decir que hasta ahora estaban menos concernidos por los acontecimientos. Pero las dos familias que pertenecían al mundo parlamentario estaban muy al corriente de la situación inextricable en la que resistía el poder real. El Rey Enrique III, último de los Valois, soberano de un reino en mayor parte católico, él mismo profundamente católico a pesar de sus extravagancias, oscilaba entre la protección concedida a unos, la represión con respecto a otros o una actitud de conciliación que puede calificarse de Tolerante a pesar de que esta idea era insoportable tanto para unos como para otros.
Desde la Edad Media, estábamos seguros de que los conflictos religiosos sólo podían resolverse por las armas ; de hecho los soberanos de los países protestantes por su parte, no eran en absoluto tolerantes (cujus regio – ejus religio).

Ya se había constituido en Francia en 1576, en Péronne, una Santa Liga o Liga de Unión, en reacción contra el Edicto de Beaulieu juzgado por los Católicos como demasiado favorable a los heréticos. Este Edicto de Beaulieu concedido por Enrique III después de la quinta guerra civil, había acarreado la indignación de varios señores católicos, entre ellos el Señor Jacques de Humières, gobernador de Picardía, fundador del movimiento. Por el momento la famosa Liga era defensiva, como muchas asociaciones y hermandades que la habían precedido, sin ninguna reserva mental política ; primero nobiliaria, se extendió rápidamente a la burguesía de las ciudades, al bajo clero, al pequeño pueblo, especialmente en París que había permanecido muy hostil a la Reforma. Es de este modo como Don Avrillot padre y varios de sus compañeros se inscribieron en la Liga deseando ante todo, disuadir al Rey de tomar decisiones consideradas peligrosas y contrarias al juramento de la coronación.

Otra dificultad mayor es que Enrique III y Louise de Lorraine no tenían hijos : cuando falleció el último hermano de la descendencia, en 1584, se planteó con acuidad la cuestión de la futura sucesión. A partir de ahora el pariente más cercano es Enrique de Borbón, rey de Navarra, jefe del partido protestante. La guerra va a empezar de nuevo.

Es en este momento cuando Pierre Acarie se volvió uno de los elementos básicos de la Santa Unión, en París, influido por un sacerdote en exilio que él había socorrido junto con sus congéneres. Pierre aportó muy rápidamente sus bienes a la Liga con gran generosidad y cierta inconsciencia. Quiero decir algo sobre este tema ; uno puede leer con frecuencia que Pierre Acarie no era muy inteligente; es mentira. Muy alegre, en su juventud (y sólo tenía 25 años entonces), quizás un poco distraído, seguramente impulsivo ; no se preocupaba mucho de las cuestiones materiales ya que siempre había vivido muy holgadamente.

Es seguro que su mujer manifestó un sentido práctico más desarrollado, una madurez más grande ; pero no es porque uno desprecie el dinero o se extravíe en por cuestiones ideológicas que no es inteligente. Los Séguier, los Marillac, muy metidos en la Liga, no eran imbéciles. ¿ Qué decir también del infame apodo que le dieron sus adversarios: « el lacayo de la Liga ”? Fue el banquero, más que nada un banquero fastuoso, del que muchos se aprovecharon largamente. De todas formas, asumió sus imprudencias hasta el final con mucha dignidad.

Ningún texto, ningún testimonio nos dice que su joven mujer le disuadió de entrar en esta aventura, tan apasionada como estaba ella también por la defensa de la Iglesia romana, a pesar de sus defectos, a pesar de sus abusos : entonces, la Iglesia romana iniciaba tímidamente su Contra-Reforma espiritual fuera de Francia por ahora : para Francia, la Contra-Reforma vendrá más tarde.

De esta última y octava guerra civil llamada al principio Guerra de los tres Enrique : el Rey Enrique III, el Duque de Guise Enrique le Balafré, el Rey de Navarra Enrique de Borbón, no podemos detallar las operaciones militares, que de hecho tienen lugar sobre todo en provincia (Poitou-Languedoc-Dauphiné-Normandie) con fortunas diversas para los dos campos. El Seňor Acarie no era hombre de Guerra sino hombre de ley, volvamos pues a París donde la situación evoluciona.

Primero, la Liga se organiza de forma metódica, incluso bastante rígida. Es dirigida por un Consejo de representantes de los 16 barrios de la capital que forman el célebre Comité de los Dieciséis. Pierre Acarie ocupa un escaño en éste para su barrio de St Merry (la iglesia San Pablo no estaba construida en esta época). Se añaden Coroneles de barrios; más tarde se formará un Consejo de Cuarenta para evitar una eventual tiranía de los Dieciséis ; en el seno de los Dieciséis, un Consejo Secreto de los 10.

En la agitación general, Enrique III acusado más que nunca de una demasiada gran complacencia con respecto a los Huguenotes, la Sorbonne y el Parlamento declaran solemnemente que los sujetos del reino son liberados de su deber de obediencia con respecto a su soberano. Este soberano es Enrique III. Es personal. Tendremos como prueba la terrible arenga dirigida al Rey por el Presidente Achille de Harlay, no obstante bastante hostil a la Liga, durante los Estados de Blois. Esto explica los tumultos de mayo de 1588 delante del Louvre, las barricadas, la huida del Rey que se instala en Saint-Cloud : ambiente pre-revolucionario. En el exterior, Felipe II de España se interesa de muy cerca por el desenlace de los asuntos franceses y esto sólo es el comienzo.

¿ Cuál es entonces la verdadera posición de la familia de Guise ? ¿ Le Balafré, jefe militar del partido católico, brillante, demasiado brillante, popular, demasiado popular, en realidad tenía poca confianza en sí mismo, estaba incluso obligado a moderar las vociferaciones del pequeño pueblo parisino cuyos excesos le preocupaban? ¿ Pactó realmente con España ? El hecho es que fue ejecutado en Blois en diciembre de 1588 bajo orden del Rey preocupado y celoso de este poder paralelo. Enrique III será asesinado también al año siguiente por un joven clérigo retrasado mental (Jacques Clément) que parece haber actuado solo, a pesar de su pertenencia nominal a la Santa Liga. Esta aplaudió ruidosamente.

Segunda parte

Queda en combate el último de los tres Enrique, el Béarnais, que su cuñado y primo agonizante reconoció oficialmente como su sucesor. Por ahora sólo es Rey de Francia en teoría, rechazado por toda la opinión pública y debe iniciar la conquista del reino. Es en estos años 1588-1589 cuando la Liga se desaferra, se vuelve la presa de energúmenos fanáticos como el abad Guincestre, cura de St Gervais. Paradójicamente es una especie de comunidad insureccional un tanto republicana, claramente teocrática. El año 1590, el de las procesiones que se convierten en carnaval, nos interesa por dos puntos : por una parte, el sitio de París por las tropas de Enrique V desde la primavera hasta mediados de agosto, famoso por la abnegación de Doña Acarie, famoso por el hambre horrible del que sufrió la población (De hecho, Enrique V va a levantar el sitio a mitad del verano, sin resultado alguno: París, bajo el gobierno de Mayenne no se rindió). Por otra parte, es el año durante el cual parece ser que la Seňora Acarie experimentó sus primeros éxtasis. Se conoce bien la bondad desbordante que había manifestado durante el sitio, las curas que les prodigó a los heridos de guerra, a los enfermos ; se conoce la hospitalidad incansable en la casa de la calle de los judíos (lo que hacía temblar a su suegra.) Se conoce menos el cambio espiritual, extremadamente misterioso que se produce en ella en este momento. Mientras tanto, su marido organiza con celo, en el Comité de los Dieciséis, el aprovisionamiento de la población y sigue consagrando para ello su fortuna ; es sin ninguna duda en este momento cuando ella va a quedarse en segunda plano, cuando él está cada vez más acaparado por el mundo político.

Error fatal : pronto el Comité de los Dieciséis se entremete con el embajador de España para evitar el regreso de las tropas de Enrique IV y está dispuesto a aceptar la tutela española : “Mejor un príncipe extranjero que un soberano calvinista”; un contingente de tropas a sueldo de Felipe II se instala en la capital. Este es el principio de la traición de la que no son conscientes los protagonistas. Estos protagonistas, de hecho, llegan a un arreglo de cuentas entre ellos, los más moderados son eliminados (pienso en el Presidente Brisson), los que quedan son condenados a huir hacia delante. De todos modos, el cansancio gana a unos y otros y el Clero, en general, se rehace, intenta dar con el Rey para rogarle que abandone el Calvinismo. El partido de los que se llaman “los políticos”, una especie de Centro, Centro-derecha, que se expresa por el “sátiro Ménipée”, tiene más confianza en si e influencia. ¿ Son culpables de compromiso ?

Pierre Acarie, por su parte, permanece inquebrantable : rechaza el Edicto Real que transfiere la Chambre des Comptes (Cámara de Cuentas) a Tours; en un discurso de alto orden, se esfuerza, en vano, en reconciliar a los Políticos con el Comité de los Dieciséis; las violencias vuelven a empezar. Finalmente, Enrique IV abdica al protestantismo en 1593 y al año siguiente entra en la capital de la que prácticamente compró las llaves al Mariscal de Brissac. Es la derrota política de la Liga, y sobre todo, el final del cansancio general.

Pierre, desposeído de su cargo en la Cour de Comptes (Corte de Cuentas), condenado a la confiscación de todos sus bienes (cuando ya no le quedaba nada), exiliado y obligado a retirarse fuera de París en casas amigas que aceptan recibirle. Pierre Acarie va a permanecer 4 años lejos de sus familiares hasta el célebre Edicto de Nantes de 1598. Cuatro años de separación durante los cuales la desafortunada Doña Acarie, en un estado de indigencia extremo, va a soportar las consecuencias de tres caídas sucesivas que van a dejarla enferma para el resto de sus días. Las tres caídas de su vía crucis (96, 97, 98). El Edicto de Nantes, por supuesto, restablece un poco las cosas, permite al menos que se junte la familia, no obstante, ya nada es como antes.

El buen Rey Enrique, finalmente magnánimo, permite el regreso de Pierre a su domicilio. En apariencias la vida sigue pero los dos esposos ya no podrán mantener relaciones conyugales normales, a pesar de que son todavía jóvenes (38 y 32 años), por causa del estado de salud deteriorado de la pobre Doña Acarie. Esto respecto a la vida privada.

En lo que respecta a la vida religiosa, el Edicto de Nantes que sólo es un compromiso como todo el mundo lo sabe, es realmente mal aceptado por los antiguos beligerantes de ambos bandos : en todo caso es muy mal aceptado por Doña Acarie que, por su parte, tampoco ha cambiado de opinión. Citemos el testimonio del abad André DUVAL que será más tarde superior del Carmelo y que fue su primer bibliógrafo

“Cuando el Rey, Enrique el Grande entró en París, como para la necesidad de su Reino, toleraba a los heréticos…eso le ponía muy triste a ella y se puso a rezar para las necesidades de la Iglesia”;

y el abad Truchot, a su vez, en el proceso de canonización, no dice otra cosa :

“Soy testigo de la pena que resentía cuando consideraba que en Francia se toleraba la herejía y que se daban pensiones a los que enseñaban esa doctrina perniciosa. El solo hecho de pensar en ello era insoportable para ella”.

No obstante, ya no es una militancia deliberada, es un compromiso de orden humano lo que será a partir de ahora su preocupación: es algo mucho más alto de orden espiritual, de otro registro. En efecto, Barbe Acarie, al empezar a leer las obras de Teresa de Ávila en 1601, va a transponer, a trascender a la lucha. Ignoramos demasiado que una de las mayores preocupaciones de la gran Teresa de Ávila había sido justamente la cuestión protestante en Francia, el reino vecino. Era incluso una de las razones por las cuales había reformado el Carmelo, para orientarle hacia oraciones constantes para “apagar el incendio de Francia” como decía ella. La Madre, muerta en 1582, no pudo asistir al final de nuestros disturbios, pero habiendo expuesto esta intención en su libro maestro, “el Camino de la Perfección” – Capítulo primero – no podía más que convencer a Doña Acarie de que de ahora en adelante la única lucha útil, la única conquista que me merecía la pena sería de otro orden. La oración solamente.

Ya estamos en el siglo XVII, este siglo XVII francés es el siglo de las almas. Barbe Avrillot, esposa Acarie, va a partir de ahora a consagrarse a la obra de su vida: la introducción del Carmelo, en París y Pontoise.